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Los nuevos retos de la comunicación sanitaria

Pensar en comunicar salud nos lleva a la idea de sector fácil, cercano y de interés general. ¿A quién no le interesa cuidar su salud? ¿Qué medio no quiere reunir al máximo número de lectores, radioyentes o espectadores atrapados por un tema que afecta o puede afectar a la mayoría? En un mundo en el que la prevención ha obtenido un puesto destacado en nuestro top 10 de prioridades, ¿cómo no interesarnos por prevenir enfermedades?

Sí, a simple vista esto está hecho. Los departamentos de Comunicación que trabajan en el sector de la salud son unos privilegiados pero… ¿es esto realmente así?

Como es de suponer, la respuesta es no. Nada es tan sencillo como parece a simple vista y saber darle a la tecla adecuada se vuelve cada vez más complejo. A medida que los años pasan y más sapiencia acumulas, más laberíntica ves este tipo de comunicación.

La experiencia en su grado, sí, pero los medios de comunicación son tan cambiantes y se deben a tantos condicionantes externos, que cada tema, cada medio, cada periodista, es un reto y un reto cada vez más complicado. Cada verano sientes que vuelves a acabar la carrera y tu mailing desaparece: nuevas parrillas en televisión y radio, cambios en las plantillas, equipos directivos nuevos… Tus contactos estrella se reducen cada septiembre y toca volver a empezar.

Además, el interés social presupuesto en estos temas no es suficiente. La dirección de los programas es una de nuestras mayores barreras. Si el/la director/a no siente especial sensibilidad hacia los asuntos sanitarios, podemos olvidarnos, porque el espacio del informativo, del magazine o del periódico, se reducirá a su mínima expresión, desapareciendo casi por completo en algunos de los casos.

A esto se une que los temas en sí mismos ya no interesan o no están de moda. Si detrás de una patología, un avance, una investigación, etc. no hay una historia humana, poco podremos obtener. Poner cara, sentimientos y verdad a los temas es lo que hoy día está más cerca de asegurarnos un espacio. Y a veces, ni eso.

Lo mismo sucede con la imagen de la empresa o institución que representamos. La fama, como en todo, aquí también está muy presente. Cuanta más reputación tengamos, más puertas se nos abrirán y menos esfuerzos nos serán requeridos. Sin embargo, si estamos empezando en esto de la comunicación y nuestra visibilidad es muy reducida, el simple hecho de llegar al periodista adecuado se vuelve una gran aventura.

Y todo esto se complica aún más cuando los temas sanitarios tienen que ver con salud mental, discapacidad o drogas. Aquí nuestros malabares se vuelven más difíciles que un triple salto mortal, aunque menos arriesgados… casi siempre.

Estos temas tienen un gran handicap y éste tiene que ver con el estigma. Nadie quiere poner su cara a una enfermedad o un trastorno que, socialmente, le marcará de por vida. A veces es la persona quien toma esta decisión y, otras muchas, la familia. Y seamos realistas, sin esta personalización, nuestras gestiones con los medios tienen escasa salida.

Se consigue, por supuesto, pero nada tiene un espacio tan destacado como la vivencia en primera persona explicando cómo se ha podido salir de las drogas, o cómo alguien ha conseguido volver a vivir en sociedad tras haber padecido un trastorno mental. ¿Y acaso no es importante lograr que un discapacitado intelectual, al que se le añade un trastorno de conducta pueda vivir en un piso de forma autónoma y autosuficiente superando todas sus limitaciones? Pues si no tenemos quien nos explique su experiencia y su proceso vital, es como si esta realidad no existiera.

Aunque no todo es tan negro, a veces la luz aparece el día menos pensado. Nunca debemos olvidar que si nos creemos el producto con el que trabajamos, tarde o temprano, en mayor o menor medida, dará sus frutos.

A esto, sin duda, hay que añadir que lo que es bueno genera interés, y una buena historia (aunque no sea en primera persona) siempre tendrá su espacio, aunque para nosotros sea insuficiente.

Lo que no debemos olvidar es que los medios de comunicación están en constante cambio y, con ellos, nosotros, los responsables de los departamentos. Nuestra mente trabaja 24 horas siempre pensando, siempre imaginando y siempre buscando ese “click” que haga que las puertas de los medios se abran para nosotros.

Nunca demos nada por sentado. Cualquier acontecimiento tiene un receptor al que le interesa lo que le contamos. Por este motivo, nunca hay que dejar de intentarlo, todos los temas son interesantes, lo que tenemos que aprender cada día es a saber cómo contarlo. Ése será el secreto de nuestro éxito.

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